Cuando empiezas algo nuevo, lo ideal y lo que más deseas es que todo vaya bien y que logres el objetivo que te habías propuesto. Todos partimos con esa ilusión, por supuesto, y hacemos lo que haga falta para que las cosas funcionen, pero qué pasa cuándo no es así. Muchas veces, por mucha ilusión y esfuerzo que pongas, las cosas no salen bien y, ya sea por una mala decisión (como me comentaba una lectora el otro día) o porque te empeñas en algo que no es más que un peso muerto, te toca abandonar el barco y empezar desde cero. Y ¿entonces qué?